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Sobre el Amor y algo más
(Reflexiones cotidianas)
Uverney Quimbayo Cabrera
Carlos Medina Gallego
Colección
Antorchas del Camino
Portada, Diseño y diagramación
Andrés Fernández González “archie”
Editorial Lanzas y Letras
Esta publicación puede reproducirse
total o parcialmente.
Neiva, abril de 2009
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Presentación
Hoy, como lo dijera Ernesto Sábato, más allá de las crisis
económica y social que vive el Continente, hay una crisis
mucho más grande y determinante: la crisis espiritual.
Crisis que aunada a las dos primeras han miserabilizado
profundamente al Ser y a la sociedad, porque ha hecho
del ser humano un objeto de consumo, es decir, un Ser
funcional al sistema capitalista: dime cuanto tienes y te
diré cuanto vales. Y dicho sistema, ha puesto y dispuesto
para tal fin todas las instituciones del Estado: La Escuela,
la Iglesia, las Fuerzas Militares y los medios masivos de
comunicación, entre otros.
Pero este mal que hoy padece el continente americano,
es un mal que tiene raíces históricas muy profundas, que
se remontan a 1492 con la llegada de Colón a tierras
americanas. Desde esta época, empezó el proceso
de colonización global que hasta el momento se viene
desarrollando, y que tanto ha costado a nuestras culturas
nacionales: exterminio de miles y miles de hombres y
mujeres, arrasamiento de culturas ancestrales y populares,
devastación del campo y ciudades, desaparecidos,
torturados, exiliados... Lo anterior, impuesto a través de
dispositivos económicos, políticos, militares y culturales,
y bajo el manto cómplice del Estado y los gobiernos de
turno, los Militares y Paramilitares, la Escuela, la Iglesia y
los medios de comunicación.
Ante este panorama, hoy se requiere emprender una
batalla frontal y global contra este sistema que actualmente
muestra una de sus facetas más abominables: la del
capitalismo criminal. Pero esta batalla, frontal y global,
debe partir del reconocimiento de que ésta empieza
contra sí mismo, ya que somos hijos de la globalización;
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y en este sentido, es una batalla que empieza desde el
propio individuo: contra los propios monstruos que están
en el corazón y la mente del Ser. Lo anterior, indica que
es indispensable deconstruir el Ser para que pueda
surgir un Hombre y Mujer Nuevos, capaces de construir
una Sociedad Nueva, incluyente, más humana, justa y
equitativa, donde se resignifiquen conceptos y prácticas,
que hasta ahora han estado acordes a los intereses del
capital.
Antorchas del camino, es una propuesta de debate
en torno a temas que conciernen a los fueros del
individuo, pero que afectan directa e indirectamente las
interrelaciones con los demás. Por tanto, en esta primera
entrega, abrimos el debate con Sobre el Amor y algo
más (Reflexiones cotidianas), un tema espinoso y poco
agradable para muchos, pero indispensable para ahondar
en los océanos profundos del Ser y, más allá de pontificar
o decir la última palabra sobre estos asuntos, lo que se
quiere es empezar a arar sobre nuestras propias tierras,
en la idea de cultivar el alimento espiritual que nos hará
emerger como la mítica ave fénix: desde las cenizas. Tan
solo se necesita el convencimiento de que la voluntad es
la llave de la vida y la persistencia el motor que la pone en
funcionamiento, y a través de ellas se podrá llegar hasta la
cumbre más anhelada, aunque una vez lleguemos a ella
la divisemos más lejana.
Uverney Quimbayo Cabrera
Coordinador
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El Amor: La respuesta al problema
de la existencia humana
Uverney Quimbayo Cabrera
“…la idea del mundo moral sigue contaminando
la inocencia del porvenir con el pecado y la pena”.
Nietzsche
La moral: manifestación contra naturaleza.
“…El hombre no es la consecuencia de una intención
propia, de una voluntad, de un fin; con él no se hacen
ensayos para obtener un ideal de humanidad; un ideal de
felicidad o un ideal de moralidad; es absurdo desviar su ser
hacia un fin cualquiera. Nosotros hemos inventado la idea
del fin; en la realidad no existe el fin… Somos necesarios,
somos un pedazo del destino, formamos parte del todo; no
hay nada que pueda juzgar, medir, comparar y condenar
nuestra existencia, pues esto equivaldría a juzgar, medir,
comparar y condenar el todo. ¡Y no hay nada fuera del
todo!
Si se acepta la anterior sentencia de Nietzsche,
necesariamente se debe asumir el rechazo rotundo de la
moral y la religión como unas verdaderas envenenadoras
de la vida, las cuales han determinado hasta lo más íntimo
del Ser, negando de paso lo que Nietzsche denominaba la
espiritualización de la sensualidad: el Amor.
El tiempo no cambia, sino los móviles, y en la actualidad la
modernidad –como lo manifestara Octavio Paz- “cortada
del pasado y lanzada hacia un futuro siempre inasible,
vive al día: no puede volver a sus principios y, así, recobrar
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sus poderes de renovación”, ni retornar a la esencia de
su razón de ser, dando origen a un hombre y a una mujer
sin pasado, desligados del desarrollo histórico de nuestra
cultura, lo cual ha desarrollado la idea que todos los
sentimientos, expresiones, actos, juegos, amor… acaban
de ser inventados, y esto es lo que viene implantándose
como la mística del postmodernismo.1
Pero este fenómeno, tampoco es nuevo en nuestra
sociedad, sino que es fruto de las diversas estrategias
inventadas por los sistemas obsesionados en conservar
el poder para desarrollar su práctica de explotación y
manipulación del hombre. Desde el advenimiento de la
sociedad patriarcal, vemos que paralelamente se da el
desarrollo de la propiedad privada, como columna vertebral
que la ideología burguesa ha utilizado durante años para
que todo sentimiento de Amor deba fundamentarse en el
principio de propiedad: “Nuestra cultura está basada en el
deseo de compra, en la idea de un intercambio mutuamente.
La sensación de enamorarse sólo se desarrolla en función
de lo convencional…”. Lo que hoy tanto vociferamos en
todo rincón del mundo es, simplemente, “consecuencia y
factor perpetuador del esquema familiar nuclear, que a su
vez es consecuencia y factor perpetuador de una sociedad
basada en la explotación y la competencia”.2
Nuestra sociedad, llama amor a la fuerza de cohesión que
tiende a mantener unida a la pareja para perpetuarse en
los hijos, donde el deseo sexual, que es una manifestación
de la necesidad del Amor y la unión, pasa a ser meramente
sublimación del instinto sexual que tanto nos habla Freud.
1
2
Del Arte de Amar de Erich Fromm.
En el artículo Contra el Amor de Carlos Frabeti.
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